COMENTARIOS A LA NOVELA ASÍ SEA.

Así sea obtuvo el Premio Nacional “Juan Rulfo” para Primera Novela 1985, que otorgaron el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Gobierno del Estado de Sonora.



Texto de la contraportada del libro.

Tiempo de iniciación, viaje ritual de las imaginaciones y la palabra, y de la invención de la estructura de signos secretos y de signos específicamente literarios. Así sea, de Ricardo Diazmuñoz, es un filosófico escalpelo que hiende, inevitablemente, la mirada del lector arrebatado por un espíritu original, durante el vivo tránsito de la vida a la muerte. El autor, como un sacerdote tocado por el furor del viento verbal y por la borrachera de las imágenes que del mismo viento se desprenden, toma al lector, ese novicio, y lo conduce por el camino de la transformación interior, hasta el punto que él se encuentre dentro de su propio deslumbramiento.

Entre la alucinación mística y la práctica religiosa trastocada en cúmulo de visiones, de palabras y de letras, de páginas creadoras de un tiempo único escapado del tiempo cotidiano, el presente libro incursiona dentro del contexto de la tradición sagrada tomada en consideración literariamente.

La Piedra de los Tiempos
1985
Maryell Finisterre


Texto

Angelina Muñiz-Huberman
Doctora en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México
El Nacional. Marzo 26, 1989

Así sea, de Ricardo Diazmuñoz, erige desde sus primeras páginas los dos pilares de la creación literaria: la ficción de la historia y de toda historia, y la búsqueda en el insomnio de la razón de ser. Quedan establecidos claramente el campo de la imaginación y el campo de la negación del sueño, no como antagónicos sino como complementarios. El tercer e inmediato gran tema es el de los libros. Sin ellos no podría sustentarse el autor que interroga y que requiere explicación. El Libro del Amanecer, el Libro de la Herencia y el Libro de los Muertos parten de la tradición más antigua para sustentar el terreno escurridizo de quien quiere afirmarse en este espacio y en este tiempo. “Los libros abiertos como fábulas o sueños sobre el escritorio. No sabes cuándo empezaste a leerlos. No sabes cuándo te brincaron sus palabras para tomar tu pensamiento. Sólo tienes la certeza de que hoy por la mañana habías estado leyendo en el balcón, ese balcón donde una taúrica tarde, de llovida a calurosa, tú y yo contemplábamos el desplazamiento ornamental de un escarabajo” (p. 10) Los libros, el tiempo: el pasado al presente; la ubicación: el balcón, lugar abierto al espacio; la acumulación simbólica del escarabajo; todo, en fin, condensa intencionalmente un fluir y un permanecer.



Escritura barroca y percepción en capas de la geología mental. Ritmo de medidas musicales, desde el canto gregoriano hasta la cantata bachiana. Retornos y motivos que inciden para ayudar a la memoria, para recoger las distracciones no deseadas. Personajes que entran y salen, en nuevas adiciones, en nuevas actitudes aún para ellos inesperadas. Abundamiento en lo que había quedado suspendido. Las historias de los dioses, las representaciones míticas: todas las religiones en una sola interrogante: qué hacemos aquí. El hombre es su pequeñez y el hombre es su debatirse: el hombre que pregunta. Pero sobre todo el hombre que recuerda: la historia del hombre es la memoria. El hombre que moldea la arcilla, que graba la piedra, que deja la letra por escrito. El círculo y el cuadrado como signos mágicos y la palabra dominando el universo.
En el orden de la iniciación, en el mundo que se crea lentamente, van surgiendo y tomando forma los personajes de Ricardo Diazmuñoz y así van siendo nombrados, Mateo, Iris, el Palos, el Gato, y cada uno va ocupando su lugar, sin apuros, sin remordimientos, en un deslizar fatal a lo que es su sentido en el mundo de la ficción real. Lo que parece enigma o pieza de rompecabezas encuentra su acomodo páginas antes o páginas después. Un libro en imagen de espejo, en sentido literal, cuando hay que colocarlo frente al azogue (p. 32-33)



Melancolía I (1514) Alberto Durero


Libro dentro de las enseñanzas del hermetismo, de esa línea de pensamiento de la filosofía oculta que tanto se empeñara en difundir Giordano Bruno en el Renacimiento y que lo llevara a la hoguera. Egipcianismo, astrología, ciencia de los jeroglíficos entreveran la realidad cotidiana y la tradición de los antepasados. También el mundo prehispánico se hace valer junto al judeocristiano. Una iglesia o una sinagoga son templos del misterio. Latín y náhuatl conviven sincréticamente.
Los sucesos pueden ocurrir y ser descritos de manera detallada, precisa, con el orden de un diario y la sucesión de minuto a minuto. O pueden darse en la más escueta enumeración como una lista de conceptos. En el caso de todo lo que compone una calle se da en dos columnas de palabras simples, paralelas y en reversa.

CALLE:
asfalto aicamraf
árboles atnerpmi
casa oirasnepsid
etc. (p.33)

Mundo externo y mundo interno son el mismo en la estructura expuesta en la obra de Diazmuñoz. De igual modo, unos personajes se derivan en otros, conservando, abarcando o perdiendo el límite pronominal. La oración puede determinarse en un perfecto enlace sintáctico, en abolición de partes indispensables o en una especie de continuidad preconcebida que el lector debe llenar de acuerdo a sus capacidades, posibilidades, o paciencia. La invención expresiva es ilimitada. Asimismo el juego imaginativo que se le ofrece al lector.


Así sea, es un libro dentro de las técnicas experimentales modernas. La realidad se advierte por medio de la subjetividad y del mundo emotivo. Las corrientes filosóficas y sociológicas se dejan adivinar de manera natural. Los patrones míticos, encarnados por los diferentes personajes o por el narrador mismo, envuelven al héroe en relación directa con el poder de los dioses, entendidos éstos en un despliegue ecléctico. El conocimiento y la experiencia del autor se centran en el uso de la técnica literaria. Por medio de la técnica descubre, explora y desarrolla la temática elegida en un marco y en una evaluación adecuadas. Escoge y afina sus instrumentos de experimentación en torno al lenguaje, la tipografía y la distribución de la materia. Aquí podríamos repetir algunas ideas de T.S. Eliot en cuanto al uso de la técnica como selección, estructura o distorsión. Efectivamente, forma y ritmo se imponen sobre el mundo narrativo de Ricardo Diazmuñoz y dirigen el curso de la acción, enriqueciéndola o renovándola. De este modo la técnica da como resultado la textura del estilo. Si a esto unimos la importancia del mundo de los símbolos y su compenetración con la técnica y el estilo, nos encontramos con los ingredientes necesarios para calificar de bien conformada la proposición experimental de nuestro autor.



Como novela de estructura sui generis, propone un mundo en el que las sugerencias, la unidad de tono, la consistencia del punto de vista, y la coherencia de las formas son la base contextual. La novela, en tanto que género moderno, es una serie de elecciones narrativas que incluyen en si su integridad potencia, según Northrop Frye, definición aplicable a la que estamos tratando. La novela recorre el paso de un estado de inconsciencia a un estado de experiencia o conocimiento: la pérdida del paraíso implica a madurez: de esto debe tratar su mundo. Los personajes de Así sea han conocido o conocen el tránsito y, a la manera de la pasión, religiosa o musical, se prestan a las pruebas de la iniciación en un intento de aprehender el mundo a su alredor. De ahí que secciones cruciales como Introitus, Kyrie, Oration, Epistel, Graduale, Aleluya, Sequenz, Evangelium, Credo, y las subsiguientes, tejan los temas de la pasión de Jesucristo en medio de los problemas terrestres de los personajes.
Los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego propician la base de donde partir. Y la novela, cumpliendo la recopilación del ideario de su autor incluye en su propia acción su propia teoría. El final, un resumen del canto gregoriano, es, a la vez, un resumen de la visión cósmica que siempre ha obsesionado al hombre preocupado por su pequeño lugar en la arena del universo. Las anécdotas y la cotidianeidad alcanzan su dimensión precisa. El ciclo se cierra al cerrar la última página del libro.



EL SONIDO DE LOS COLORES

ASÍ SEA, de Ricardo Diazmuñoz
Premio Nacional Juan Rulfo para Primera Novela 1985.
Leega-INBA, 1988. 242 pp. México.

Texto
Manuel Capetillo
Novelista, ensayista, crítico literario y teatral.
El Semanario. Núm. 369. La Jornada. Mayo 14, 1989.

Abrir la voluntad expresiva al mayor número de viajes, resulta ser un propósito superior. Al ser inventada la ficción que sea, de la realidad reproducida fielmente respecto al modelo más palpable del mundo cotidiano, a la mayor abstracción etérea del espíritu, cuando la literatura se encuentra en el proceso de ser escrita, y al escribirse mediante la lectura, ciertamente las palabras habrán de entrelazarse de modo que se aproximen e incluso toquen lo misterioso de los secretos que en la vida solemos desconocer.
Así sea, de Ricardo Diazmuñoz se escribe en el laberinto múltiple de una literatura secreta, ostensiblemente de revelación espiritual, la que de modo preciso muestra una sustancial vestidura religiosa. Las palabras constituyen el juego, la experimentación, la estructura de una búsqueda literaria que halla el rítmico palpitar y el espeso grosor de ese corazón primero que es todo este libro. En Así sea, la voluntad expresiva se cumple al ser reflejo de sí misma. Como un objeto separado del mundo, edifica un mundo vasto y suficiente.
Paraíso original inmóvil –Mesoamérica, Oriente la primitivez de todo enaltecida por la renovación de los ciclos- este libro es a un tiempo trayecto de tradición en progreso y recurrencia que avanza hacia el origen: a fines disparados, siempre rumbo a puntos que coinciden con el primer comienzo de un todo, cuya sustancia es presente, futura y pasada, suma de diversidades, cada una explosivamente plural.



La relectura ocasiona el goce fatigoso de la imaginación renovada. El protagonista piensa en Iris, habla en Iris, escribe a Iris y en Iris posa la mirada para ver, para escuchar con la vida, para gustar los colores, para colorear las texturas, para tocar los sonidos, las ideas, la imaginación. El libro, como un río, siempre es distinto y el mismo, irrepetible porque sus repeticiones son siempre nuevas, fragmentos del fin anticipado en cada punto del viaje, cuando el primer origen reaparece transfigurado por la mirada literaria imparable del verbo continuo y entrecortado.
Tengo el mal hábito de pensar en el interior de mi aislamiento, y el libro de Diazmuñoz ha influido en mi ánimo poderosamente, al grado de mojar en mí mis propios ecos. Abstracción porque Así sea es abstracción: sucesión de acontecimientos que son visiones que son composición tipográfica, que es escritura de páginas impresas que semejan la señal de un mapa continuo al que el libro se refiere: trazo de signos, palabras de letras, líneas de mapas, libro referido a libros, tradición en proceso de tradiciones en encuentro, despertar al sueño de la vigilia, visiones en el reposo de la alerta. Aquí todo es un escarabajo de oro literario: un escarbar bajo el tesoro de la iniciación ritual.
El protagonista observa en los dibujos del cuerpo de un insecto las claves del mensaje: no existe diferencia entre la lectura que Scarabeus hace al observar el orden de la construcción del monstruo, con la lectura que el escarabajo lleva a cabo al seguir la traza de las palabras de este libro: leemos, nos revestimos para el sacrificio. En el espacio de estas páginas se dan cita el fuego, el agua y el Cordero; la noche iluminada y la plena oscuridad de un vacío lleno de palabras en estado de rezo.



Ya he dicho que Así sea mucho tiene de juego: lúdico, deberán decir los intelectuales. A su manera se entretiene, se divierte, se humorea, se eriza, se pone los cabellos proféticos de trampa en trance: como bien puede repite anticipadamente el descalabro de este texto mío que lo imita apenas. La imitación es un recurso crítico: es poner en crisis la prueba de la disminución, para que el escucha descubra el aumento de las letras, para que aplique bien lo que mal he reducido: para que imagine el orden, puesto que Así sea pertenece al orden sagrado.
La referencia es la certeza, y es cierto, el libro cuando se refiere desde las primeras líneas a la apertura de secretos libros, que luego son libros que son tiempos, que son espacios, todo visto ya desde la referencia que es cada palabra:: escritura, sagrada, de, cada, tradición: escritura de las escrituras de la palma de la mano que es el pleno escarabajo original bajo la observación que el lector hace de sí mismo.
Sacerdote y víctima, el lector celebra una misa de muertos y de resurrección –así lo señala el libro desde el Kyrie hasta el Amén-. El lector se sumerge en el abismo de las palabras para recapturarse. Yo exagero con la solemnidad y la tristeza plana de mi voz, pero el libro no, puesto que se instala alumbrando en la calle barriada del alcohol, para emborracharse en la iniciación de la luz y de la fiesta. Todo comienza... Comienza el rito, comienza el viento verbal, comienzan el fuego, el agua, comienzan las tinieblas, la luz, el azul, el amarillo, la rugosidad, lo terso, lo ondulado, la quebrantación de la piel, o la quebrantación de huesos y de almas durante la ceremonia de la palabra escrita.



Todo comienza mientras continúa el terminar. Así sea es un universo abierto a otros universos en el que todos los tiempos son el mismo: el tiempo instantáneo de la lectura. Se diría que cada palabra, si nos es que cada letra –siendo cada página y cada grupo de páginas reproducción del rasgo indescifrable de un solo signo-, reproduce la amplitud plena de la insignificancia: en el valor apenas nada de la menor señal cotidiana se encuentran las historias todas de la historia, las iluminaciones en el seno de la oscuridad, el punto final conformado por puntos suspensivos: las pluralidades en la singularidad, el ser en los seres, la existencia desbordada que acaba mientras no termina. La última palabra del libro no es amén, sino que dice así sea, para que el lector entienda que no se cierra la edificación del libro, sino que éste se inicia en la eficacia del deseo: para el cumplimiento de la escritura.



Manuel Capetillo
El Nacional. Mayo 23, 1993-

Ricardo Diazmuñoz vuelve a sorprenderme al yo releer Así sea: este texto estrictamente moderno en la búsqueda de la originalidad simbólica, Premio Juan Rulfo 1985, hoy es una composición verbal y cierta, aguda, introspectiva como el viaje interior que requerimos... Al mirar las cintas contemplativas de Andrei Tarkovsky comprendo que la tradición espiritual de la humanidad se mantiene e intensifica, a pesar de su aparente trivialidad autodestructiva: esto mismo encuentro en el viaje y los viajes a los que la novela de Diazmuñoz me conduce; con Así sea contemplo los colores de las formas y las formas de historias particulares que son la Historia y mi historia personal. Doy las gracias al autor de este libro acompañante, que me lleva a la compañía profunda de mí mismo.
Así sea... Que así sea: que obras del espíritu creativo secreto y desdeñado, como la obra de Diazmuñoz, se mantengan en la “inconciencia” colectiva... Tal vez desde esa sombra influyan más verdaderamente que la influencia nefasta de lo mínimo (de la practicidad, lo libertario impositivo como vía única, lo prestigiosamente comercial, lo televisivo...), que actualmente sólo influye desde su condición de Vergüenza... Que Así Sea conserve la afirmación de todo aquello a los que los seres humanos originalmente y para siempre hemos sido convocados.



RUMBO A LA FIL ‘89
Homenaje a Edmundo valadés

Marco Aurelio Larios
Doctor en Filosofía por la Universidad de Viena, Austria. Centro de Estudios Literarios. Guadalajara, Jalisco Noviembre 27, 1989

Así sea

Ricardo Diazmuñoz (así, pegado, juntito, sin acento) es un escritor experimental. De su obra se ha dicho que es una alucinación mística del lenguaje, y después de leerlo uno lo cree. Hay quien se envuelve en su borrachera de palabras, de imágenes que se desprenden como aventadas por el viento; uno tiene la sensación de que nos involucramos en su obra para compartir el desmadejamiento, la destructuración, de su narrativa. Pero un experimento no radica en la detonación de la palabra en cuanto portadora de un significado, sino en el reacomodo de las frases y el tejido del hilo narrativo.
Ricardo Diazmuñoz (así, sin espacio, es muy de su estilo) nació en la ciudad de México. Es un escritor polifacético: fue incluido en la antogía El cuento erótico en México y en la recopilación Poesía erótica mexicana (1880-1980) Se ha destacado por su pasión por el teatro donde ha participado como autor, director, escenógrafo, diseñador de vestuario y de iluminación. Ha participado en festivales de teatro de renombre y también ha sido premiado por su trabajo escénico. Actualmente es Director General del Festival de Otoño Valle de Bravo. Asimismo se dedica a la edición de las revistas turístico-culturales Salimos de Viaje y México y sus Rutas.
Así sea es su última novela, con la cual obtuvo el Premio Nacional “Juan Rulfo” 1985 para Primera Novela que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Gobierno del Estado de Sonora.
Ricardo Diazmuñoz (sin cortarse, para pronunciarlo de un solo tirón), es un narrador que inventa, a partir del lenguaje, el sitio por donde deben discurrir las palabras. Su obra no guarda unidad en los niveles del lenguaje y se permite varias licencias, pero todo en busca de la experiencia del lenguaje. Esto lo convierte en un autor, como muchos otros jóvenes escritores, bastante contemporáneo; es un autor que se asoma a los umbrales de la literatura del siglo próximo: la novela del lenguaje, la novela de sus propios límites.
Déjeme transcribirle un fragmento:

Foto:Maryell Finisterre

ASÍ SEA

GRITO: rosa destinada a un amanecer de pájaros. Sesenta metros atrás un hijo llora enrojecidos ojos desarraigados de la casa paterna. Hay un perro que es alfil y puede decir mentiras acerca de cómo la noche me imagina caminando y de pronto siento que los días son diez mil veces más jóvenes; los días, las galaxias, el universo, el mundo, el mar, el mar; ese mar al que le tengo gratitud; ese mar que mece una canoa /juega a los reflejos/ y es sombra ingredientes de negro que se precipita en la intensidad de la sorpresa y el temor destrozando el extraordinario suceso de un cielo patena, sombra hostia, patena, sombra comunión, patena, cielo tabla de deslizamiento, mesa sin servir porque aún no llegan las estrellas y junto a las rocas, las existentes desde hace siglos, sin prisas, los hombres balbucean, los antropovales brincan, el cuchillo reza, el fuego espera, y yo sigo pensando que esta noche me parece diez mil años más joven.